Según Donald R. Taft, (Criminology: an attempt at a synthetic interpretation with a cultural emphasis, 1945) cuando los medios de comunicación tratan hechos delictivos se observan aspectos tales como:
- Se enseña la técnica del delito; por ejemplo, en la estafa de seguros.
- Los delitos, por su frecuente mención, no parecen algo desacostumbrado. Con ello el ciudadano honrado pierde valor y deseos de combatirlo.
- A los jóvenes el delito les parece atractivo y excitante.
- Se da la impresión de que el delito es rentable.
- Los delincuentes consiguen un prestigio que solo corresponde al trabajo de los hombres honrados.
- Se despierta una simpatía patológica por algunos delincuentes.
- Se espolean más bien a los bajos instintos en vez de acentuar la peligrosidad de la acción delictiva.
- Se ocultan las verdaderas causas del delitos. No es cierto que los delincuentes malvados, las bellas muchachas y los empresarios afortunados tengan ellos solos la culpa de su suerte o caída. El periódico da una falsa visión del haber y deber sociales.
- Se describe el delito de modo que parece fácil escaparse.
- No destaca suficientemente el elemento de la pena. La existencia del delincuente es descrito como menos dura de lo que, según la experiencia, es.
A este listado, Von Hentig añade una más: la persecución penal es desacreditada por la prensa. Y es que, para este autor, el prestigio de la administración de justicia exigiría que se respetase la ley, la policía, los tribunales y los funcionarios de prisiones. En lugar de esto lo que sucede es que se hacen demasiadas críticas de las leyes, se censura muy a menudo la persecución penal, antes de la vista se toma partido en la prensa a favor y en contra del acusado (habría que añadir a la víctima sobre todo en delitos de índole sexual) y se predice en voz alta el desenlace.
Hoy día parece que los medios de comunicación siguen en esa misma línea: se critica constantemente la ley penal, piden endurecer las penas (sin embargo, no piden que se desarrollen programas de prevención en la comunidad ni programas de intervención dentro de las prisiones), nos transmiten que delinquir sale gratis y que las penas no se cumplen (cuando nuestro Código Penal es uno de los más duros y cada vez se dificulta más el acceso a permisos de salida, tercer grado o libertad condicional), que las cárceles son "hoteles de cinco estrellas" (desconocen las consecuencias y/o secuelas de la prisionización), emiten juicios paralelos que, en caso de que un sujeto sea juzgado a través de la institución del Jurado Popular, contaminan y predisponen a los miembros del mismo en su veredicto. Sin olvidar, finalmente, la alarma social que generan ante un hecho extraordinario, haciendo que parezca más habitual de lo que realmente es.