El llamado trastorno sádico de la personalidad se caracteriza porque el sujeto manifiesta un comportamiento cruel y agresivo del que obtiene placer en casi cualquier ambiente (escuela, trabajo, relaciones personales, etc.). Inicialmente el comportamiento sádico se circunscribió al ámbito de las relaciones sexuales, a partir de las descripciones expuestas en la obra del Maqués de Sade del siglo XVIII, para después abarcar todo tipo de interacciones humanas en casi cualquier ambiente. La clave que permite su diagnóstico es el placer que obtiene el sujeto al infligir daño psicológico o físico a los demás. La gradación de la violencia que se exhibe es muy amplia y va desde la observación irónica descalificatoria hasta la tortura y el asesinato.
Los criterios diagnósticos aparecidos en el DSM III-R que de forma tentativa caracterizan el trastorno sádico de la personalidad hacen hincapié en los referentes comportamentales más que en los afectivos y cognitivos, siguiendo de forma fiel el criterio general de ese sistema diagnóstico de primar la fiabilidad interobservadores sobre la validez de la categoría. Los criterios son:
A. Un patrón patológico de conducta cruel, vejatoria y agresiva que empieza al principio de la edad adulta y que se manifiesta por la presencia repetida de al menos cuatro de las siguientes características:
- haber utilizado la crueldad física o la violencia con el fin de establecer una relación dominante (no sólo para alcanzar algún objetivo no interpersonal como puede ser golpear a alguien con el fin de robarle);
- humillar o dar un trato vejatorio a alguien en presencia de otros;
- tratar o castigar con excesiva dureza a algún subordinado; por ejemplo aun niño, a un empleado, a un detenido o aun paciente;
- divertirse o disfrutar con el sufrimiento físico o psicológico de otros (incluidos los animales);
- mentir con el fin de causar daño o herir a otros (no sólo para lograr algo);
- conseguir que otros hagan la propia voluntad atemorizándoles (desde la intimidación hasta causar un verdadero terror);
- restringir la autonomía dela gente con la que se tiene una relación más estrecha; por ejemplo, no dejar que la esposa salga de casa sin compañía;
- fascinación por la violencia, las armas, las artes marciales, las heridas o la tortura;
B. La conducta descrita en A no se ha dirigido exclusivamente contra una persona ni ha tenido como único fin la excitación sexual (como sadismo sexual)
La descripción de este patrón es claramente insuficiente, ya que no establece una relación necesaria entre el comportamiento y la satisfacción que éste produce en el sujeto.
En el DSM IV estos criterios han desaparecido por diversas razones, entre otras, porque podría ser una etiqueta diagnóstica de la que se abusara para exculpar a individuos que son, sin embargo, responsables de sus actos. Además, la escasez de casos añade una dificultad considerable para su estudio, por lo que no existe evidencia empírica suficiente que valide este trastorno.
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