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miércoles, 28 de agosto de 2013

LAS "PSICOSIS" WINDIGO: ESPÍRITU CANÍBAL


Entre los cazadores-recolectores ojibwa y cree del norte del bosque subártico canadiense, existe una extendida creencia en que los humanos pueden ser poseídos por el espíritu de Windigo, un monstruo caníbal cuyo corazón es de hielo. Semejante creencia ha dado aparición a la hipótesis de que los cree y los ojibwa están sujetos a una enfermedad específicamente cultural llamada la "psicosis" Windigo. Los que están poseídos por Windigo se dice que experimentan un abrumador deseo de matar y comerse a sus compañeros de campamento. Viviendo en un medio ambiente muy duro, los cree y los ojibwa se encuentran a menudo bloqueados por la nieve y próximos a la inanición en sus aislados campamentos de invierno. La probabilidad de que alguien se convierta en un windigo tiene que ser mayor bajo esas condiciones. diversos informes verifican el hecho de que los pobladores del campamento, famélicos, se comen a veces los cuerpos de sus compañeros fallecidos para mantenerse con vida. Una vez que han probado la carne humana, los windigos humanos, según se dice, desean ardientemente más. Pierden el sabor para los alimentos normales, sus corazones son como un trozo de hielo y la gente que les rodea ya no les parece gente, sino venados, o morsas u otros animales de caza. A no ser que sean matados primero, ellos matarán y devorarán a sus compañeros.

Antigua tradición Ojibwa: La danza de la raqueta. George Catlin, 1835 


Según Louis Marano (1982) hay muchos casos comprobados del asesinato de gente de quien se decía que eran windigos por parte de sus alarmados compañeros de campamento. Una y otra vez, los asesinos de windigos citan pruebas que justifican sus homicidios: las víctimas les miraban extrañamente, se agitaban y murmuraban en sus sueños, la saliva les goteaba de la boca o intentaban atacar o morder a sus compañeros. En un caso, el supuesto windigo incluso parecía quedar suspendido en el suelo y tuvo que ser derribado por sus atacantes. Constantemente, se dice que los supuestos windigos han pedido ser muertos por temor a comerse a sus compañeros uno por uno. Lo que no aportan esos informes, son datos consistentes de que los supuestos windigos pensaban y actuaban de la forma descrita por sus ejecutores. Sin tales datos, la existencia de una auténtica "psicosis" Windigo permanece en duda y se puede ofrecer una explicación mucho más simple de la creencia en la posesión por Windigo. Esta explicación, según Marano, sería:
"Después de un detenido examen, la "psicosis" Windigo se revela no como una obsesión antropofágica, sino más bien, en su lugar, como una variable previsible (a través de condicionamientos culturales) de homicidio por conveniencia y de caza de brujas típica de sociedades que están sometidas a tensiones. En este proceso, como en toda caza de brujas, las víctimas de la agresión son socialmente redefinidas como los agresores. Aquí, la forma específica de redefinición estaba determinada por la constante amenaza de la inanición, por una situación en la que el canibalismo ha probado ser un recurso tentador para personas de todas las culturas a través de toda la historia. Atribuyendo el temor más destacado de una sociedad a una cabeza de turco, el grupo podía proyectar su ansiedad modal hacia el individuo, generando así un fundamento para el homicidio con el que todos podían identificarse".
Bajo condiciones de mucha hambre y tensión, los norteños cree y ojibwa acusaban a ciertos compañeros de campamento molestos de ser windigos como justificación para deshacerse de ellos, aumentando así las posibilidades de supervivencia para el resto del campamento. Así, pues el windigo típico ejecutado era un individuo enfermo delirante con alta fiebre o alguien que estaba demasiado enfermo para caminar, o un anciano o anciana senil, o un extraño de otro grupo étnico. En palabras de Marano, las creencias windigo no eran evidencia de una psicosis sino de un sistema de "homicidio de conveniencia" (dejar morir a alguien para que otros puedan vivir) en el que el miedo a ser comido era utilizado para saltarse el tabú de matar a un compañero de campamento. 


Harris, M. (1981) "Introducción a la Antropología General"

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