El tratamiento cognitivo-conductual, según Marshall (2001), ha demostrado su eficacia para la reducción del número de delincuentes sexuales que reinciden después de ser puestos en libertad. Su duración depende de las características del delincuente y oscila entre tres meses y un año. Todos los tratamientos se realizan en grupo, trabajando varias áreas:
Autoestima: Trata de aumentar la autoestima, ya que la baja autoestima disuade a las personas de intentar cambiar su comportamiento e impide que abandonen sus percepciones y creencias distorsionadas. Además, es también beneficioso en otras áreas del tratamiento, tales como la mejora de la empatía, el aumento de las relaciones íntimas, la disminución del aislamiento y la reducción del interés por el sexo desviado.
Distorsiones cognitivas: El término "distorsiones cognitivas" describe una amplia gama de percepciones, actitudes y creencias inadecuadas. Algunas de estas creencias y actitudes pueden estar bien arraigadas, y muchas de ellas tienen un gran interés para el delincuente, puesto que le permiten negar, minimizar, justificar y racionalizar las agresiones sexuales. Por ello, es importante que el sujeto asuma su responsabilidad, poniendo en duda la opinión expresada por éste y proponerle una interpretación alternativa para que reconozca, por una lado, las desventajas que le supone mantener sus opiniones distorsionadas y, por otro, los beneficios de cambiarlas.
Empatía: Son muy pocos los delincuentes sexuales que carecen totalmente de empatía. Sin embargo, sí muestran menos empatía hacia las víctimas de abuso sexual que otros hombres y, en lo que respecta a sus propias víctimas, carecen totalmente de ella. Esta falta de empatía parece ser el resultado de no reconocer el sufrimiento causado. Por lo tanto, de lo que se trata es de concienciar a estos agresores acerca del daño que causan, tanto real como potencialmente. La empatía por la víctima proporciona la principal razón para no reincidir.
Intimidad: Está orientada a proporcionar las habilidades necesarias para aumentar las relaciones íntimas apropiadas, reducir la soledad y modificar el apego de los agresores. Se ofrece una educación sexual para esclarecer cuáles son las conductas sexuales practicadas por parejas sexualmente satisfechas. También se abordan los mitos que existen acerca de la sexualidad, incluyendo las supuestas diferencias entre los hombres y las mujeres.
Conductas sexuales: Se imparte un curso de educación sexual básica en el que además de dar información general sobre fisiología, anatomía y reproducción, también se describen toda gama de prácticas sexuales comunes y relacionadas empíricamente con una mayor gratificación sexual.
Para muchos delincuentes sexuales el sexo es una forma de afrontar los problemas que no saben resolver de otra manera, valiéndose tanto de las relaciones sexuales apropiadas como del sexo desviado. Algunos fantasean con sus actos desviados mientras se masturban. La asociación de las fantasías desviadas, junto con la excitación inducida por la masturbación, aparte de consolidar el deseo de llevarlas a la práctica, crea firmes distorsiones cognitivas.
Estrategias de prevención de recaídas: La esencia de este módulo es la integración de todas las estrategias aprendidas en los módulos anteriores y el diseño de un plan de acción que tiene como objeto reducir el riesgo de que el sujeto vuelva a agredir.
Se ayuda a los victimarios a identificar tres aspectos presentes en su conducta delictiva:
- aquellos factores de riesgo que se daban en el momento de la comisión de los delitos (baja autoestima, sentimientos de ira, ansiedad, desesperación, etc.)
- las conductas implicadas en todo el proceso delictivo (ganarse la confianza de un menor siendo simpático con él, buscar potenciales víctimas dando vueltas en coche, inventar excusas que le den la oportunidad de delinquir, etc.)
- los tipos de situación que constituyen un riesgo (estar solo con un niño, deambular de noche, conducir por caminos desiertos, etc.)
Para Marshall, este programa de tratamiento de los Servicios Correccionales de Canadá ha demostrado que mejora la autoestima, aumenta la empatía, mejora la capacidad de tener relaciones íntimas, reduce sentimientos de soledad, corrige el interés por prácticas sexuales desviadas y cambia algunos aspectos de las distorsiones cognitivas, disminuyendo el número de delincuentes sexuales que vuelven a reincidir.
Bibliografía:
Marshall, W.L. (2001) "Agresores Sexuales". Barcelona. Ed. Ariel
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